Ángel Pérez Puletti es CEO y Presidente de la empresa tecnológica argentina Baufest. Es desarrollador de software y fue docente de Exactas-UBA, Universidad del Salvador y Universidad Católica Argentina. Desde 1997 a 2003 se desempeñó como Jefe de Trabajos Prácticos en el DC, para las materias del área de Ingeniería de Software. En cuanto a su formación es Licenciado en Ciencias de la Computación (UBA) y Magíster en Ciencia Política y Sociología (FLACSO).

En su deseo de emprender en la industria de software, en 1991 decidió fundar “Bauhaus”, empresa que tomó su nombre de la escuela de diseño alemana que buscó integrar el arte y la industria con un enfoque centrado en las personas. Es así como creó una empresa de desarrollo de productos digitales que se destacó desde el principio por su visión humanista de la tecnología. Su objetivo era combinar creatividad y diseño con las mejores prácticas de la ingeniería y el enfoque industrial dirigido a la calidad del producto.

En 1994 la empresa cambió su nombre a Baufest, un juego de palabras que alude al significado «construcción sólida» en alemán. Con los años, la empresa pasó de ser un negocio local argentino a una multinacional con oficinas en Seattle, Miami, Madrid, Linares, Ciudad de México, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima y Montevideo, con una facturación global de más de 50 millones de dólares en el año 2023.

Retomando nuestra sección de entrevistas a ex docentes del DC, que tuvieron un paso significativo por esta casa de estudios, conversamos con Pérez Puletti sobre el panorama actual de la ingeniería de software y la necesidad de contar con profesionales formados en la materia.

¿Cómo fue tu paso por el DC y qué significó esa etapa de docencia en Exactas?

Me recibí de Licenciado en Ciencias de la Computación en 1989, después tuve una breve experiencia de un par de años como ayudante de cátedra en la materia Redes Neuronales. Luego comencé mi actividad profesional en la industria de software y unos años después, en 1997, retomé pero ya dentro de lo que era el área de Ingeniería de Software del Departamento de Computación, y ahí fui docente durante varios años. Tenía el rol de Jefe de Trabajos Prácticos pero también daba algunas clases teóricas.

La verdad que fue un momento muy lindo, donde me invitaron a trabajar en el área de Ingeniería de Software con socios de lo que en ese momento era Pragma Consultores y Hexacta. Estuve trabajando con grandes personas y profesionales como Santiago Ceria, Daniel Yankelevich, Miguel Felder y Nelson Sprejer. Fue una época muy linda porque el tema de la ingeniería de software estaba empezando a ser un área específica, por eso el DC creó esa área nueva que era necesaria. Fueron años muy interesantes. Ahí tomé contacto con docentes y alumnos que luego fueron colegas en la vida profesional.

Me imagino que pensar un proyecto de ingeniería de software en los ‘90 en Argentina era muy distinto a la realidad actual.

Eso se ve claramente cuando fundamos la empresa en 1991 -hoy Baufest- con el nombre Bauhaus: el software era más un arte que una industria, una cosa más artesanal y tenía muy poco de industrial. Y nos inspiramos originariamente en esta reconocida escuela alemana, del período de entreguerras, que funcionaba como una universidad de referencia y dictaba carreras nuevas que trataban de vincular el arte con la industria. Como a mí me encanta el arte y el diseño, aunque mi especialidad fue lo que hoy se llama arquitectura de software (en definitiva construir y diseñar software), realmente veía ese tema de la necesidad de un software más ingenieril y riguroso en términos de la construcción del producto, que tuviera los dos elementos: un producto bien diseñado y cada vez más centrado en el ser humano más la solidez técnica de un proceso industrial de calidad. Claro que cuando comenzamos a exportar servicios de software, el nombre Bauhaus no lo podíamos usar y ahí es cuando decidimos reemplazarlo por Baufest, que también tiene algo de esa raíz pero es un juego de palabras: “Bau” que significa “construcción” y “Fest”, la raíz de un adjetivo en alemán que es “fester” que quiere decir “sólido”, o sea sería “construcción sólida”.

En el caso del Área de Ingeniería de Software del DC, se planteaba esa idea de que el desarrollo de software tenía que ser un proceso mucho más centrado en la calidad y más formal en el sentido de que sea un proceso industrial, no tan artesanal. Y en esa época recién estábamos viendo los temas de Software Configuration Management, que es lo que terminó siendo hoy DevOps, y el tema del diseño de las arquitecturas como una cosa separada del diseño puntual de un algoritmo. También aparecía la idea de la metodología de la ingeniería de software, ya que en ese momento estaban las metodologías en cascada y entonces surgió el tema de las metodologías iterativas, antecesoras de las metodologías ágiles de hoy. A su vez, nacía la idea del control de calidad en software para sus distintas ramas. Fueron todas temáticas nuevas para el Departamento de Computación.

Y la discusión mayor que tuvimos en ese momento, sobre todo para la currícula, fue si la ingeniería de software estaba más orientada a modelos teóricos relacionados con la ingeniería de software o a una visión más vinculada con una industria de modelos más prácticos y más aplicados a cómo se fabrica software en la realidad. Por mi formación y experiencia, me inclinaba mucho a esta idea de que el software tenga una base fuerte en cosas probadas pero con una orientación más bien práctica, en la industria.

Te propongo conversar ahora, como CEO y Presidente de Baufest, del crecimiento y expansión regional que tuvo la empresa.

Si bien soy el CEO de la empresa, Baufest está conformada por un equipo donde hay ocho accionistas. Y el proceso de internacionalización fue un proceso que arrancó de la mano de un cliente: la primera experiencia fue en 1998 en Estados Unidos, con un cliente que teníamos en Argentina y después nos llevó a su casa matriz. En ese momento empezamos a exportar servicios de desarrollo de software en distintos países, en México, Chile y EE.UU. pero sin presencia en esos países. En el 2004 arrancamos con una experiencia en España, haciendo una cooperación fuera de Argentina, que no nos fue tan bien, fue más un curso de aprendizaje rápido y resultó difícil de internacionalizarnos. En el 2006 arrancamos en México, ahí nos fue mejor, todavía estamos allá presentes con oficinas y después se fueron sumando países, fuimos a Estados Unidos con la idea de tener operación local allí, después compramos una compañía en Perú, después abrimos en Chile, en Uruguay y finalmente adquirimos una compañía en España. Hoy estamos con presencia local en siete países, somos más de 900 personas, el 50 % está en Argentina y el otro 50% en los otros países, con una presencia importante en Perú y México. Tenemos más de 2.000 proyectos realizados, para empresas líderes en 50 países. Alrededor del 60% de nuestra facturación viene de clientes que están fuera de Argentina y un 40% de facturación de clientes de Argentina.

Con respecto a la adquisición de talento en desarrollo de software, ¿cuáles considerás que son las problemáticas y oportunidades que tiene el país?

Sin dudas las empresas de software y tecnología somos empresas de personas, lo más importante que tenemos son las personas. Más allá de los conocimientos y las herramientas que haya logrado tener cada empresa, el equipo humano es fundamental.

Lamentablemente Argentina tiene una doble cara: por un lado el profesional argentino históricamente es muy valorado y distinguido por sus capacidades, ya que tiene una muy buena formación y una capacidad de adaptabilidad y entendimiento de las cosas que es destacada. En general en el exterior nos consideran como un lugar que tiene un tipo de profesional muy valorado, en particular en temas de tecnología y software.

Por otro lado, en mi humilde opinión la continuidad de eso está en riesgo, ya que existen problemas muy concretos en la formación de base, egresados de colegios que no alcanzan las capacidades sobre todo para ingresar a carreras con mucha matemática, lógica, análisis y comprensión que se necesita en la educación superior. Al mismo tiempo, en la formación universitaria en sí, salen pocos egresados de carreras de Exactas e Ingeniería para cubrir la demanda laboral actual y allí es claro el problema de la deserción.

Creo que en nuestro rubro, el nivel de puesto al que podés aspirar, va a depender del nivel de formación. Trabajo hay para todos. Pero hoy el ámbito de software es un entorno hiper profesionalizado que requiere una formación sólida para hacer cosas de calidad.

Realmente hay muchísimas oportunidades en el ámbito de la tecnología, uno puede ser muy feliz en esto, porque el trabajo es muy lindo, agradable, las tareas son divertidas, interesantes y pueden ser muy útiles, muy valiosas para la comunidad. Y aparte tiene los ingredientes de que es un trabajo de corte global, uno puede trabajar con gente de otros países, de otras culturas, trabajar en forma remota y tener muy buenos ingresos, ya que los sueldos en la industria realmente son muy competitivos. Hay una cantidad de elementos muy interesantes y atractivos.

Incluso se valora que las personas terminen su carrera universitaria y se apoya la formación: de hecho en Baufest tenemos un programa que se llama Pro-Profes, un programa específico para incentivar a que más estudiantes se reciban, que está basado en brindarle el tiempo y los recursos que necesiten a nuestros empleados que estén cursando una carrera universitaria, con el objetivo de que puedan seguir estudiando, que no dejen la carrera y se gradúen a un ritmo razonable.

Por último, en los procesos de entrevistas de Baufest suelen hacer foco en los valores humanos de las personas candidatas a trabajar con ustedes, incluso más que en aspectos técnicos, ¿podrías detallar sobre este tema?

En Baufest valoramos que la persona tenga una formación adecuada para el puesto al que aspira. Nosotros siempre contratamos gente en el marco de una iniciativa o proyecto que requiere cierto conocimiento técnico. Que esa persona tenga esos conocimientos técnicos es importante pero no es lo más importante. Es el tercer escalón, el segundo escalón es que tenga la capacidad de aprender, es decir, habilidades para poder aprender cosas nuevas por lo dinámico de nuestro sector, todo lo que implica generar software y servicios tecnológicos. Y lo primero en lo que ponemos el foco son los aspectos culturales.

Somos una empresa de servicios donde realmente te tiene que gustar cierto tipo de trabajo, un trabajo que es muy social, no es solamente técnico. Es social con tus compañeros de trabajo, ya que hacemos software que se llama de “misión crítica”; en general son proyectos donde trabaja un equipo, que puede ser grande, entonces la capacidad de llevarte bien con tus compañeros y trabajar en equipo es muy importante. Y lo mismo con los clientes: nosotros tenemos una relación muy fluida con los clientes, donde muchas veces trabajamos en conjunto con ellos. Hay una relación de trabajo en equipo, y eso en definitiva te tiene que gustar.

Al mismo tiempo, la empresa se desarrolla en un modelo “maestro-aprendiz”, los más seniors le van enseñando nuevas habilidades y tareas a los más juniors, eso te tiene que gustar: transmitirle tus conocimientos a otros, estar abiertos a que otro te enseñe cosas. Realmente hay toda una serie de aspectos en nuestra cultura de trabajo, en lo que nosotros indagamos para que la persona que entre a trabajar con nosotros esté contenta y se adapte al trabajo. Sobre todo, esta cultura de aprendizaje y trabajo en equipo es parte esencial de la comunidad de Baufest.