Fernando Schapachnik, profesor del DC, afirma que el estudio de la computación es un ladrillo fundamental para la ciudadanía de calidad del siglo XXI.
Es posible innovar en la forma en que se aprende y se enseña en el siglo XXI. Varios jóvenes expertos en distintas disciplinas tienen la clave para lograrlo.
«El estudio de las ciencias de la computación es un ladrillo fundamental de la ciudadanía de calidad del siglo XXI»
No es lo mismo usar un buscador que preguntarse (y saber responder) cómo hace para encontrar en fracciones de segundo esa aguja en el pajar, relevante entre las miles de millones existentes. Para entender la lógica y el lenguaje de las máquinas existe la programación, que es una parte fundamental de las ciencias de la computación. Fernando Schapachnik está convencido. «Necesitamos contar con los conocimientos que aporta esa disciplina para comprender e impactar sobre el mundo que nos rodea. Por eso es fundamental que todos los chicos y chicas del país aprendan a programar en la escuela», afirma.
Doctor en computación, Fernando es el director del programa de vocaciones en TIC de la Fundación Sadosky, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y forma parte de Program.AR, una iniciativa que trabaja para que el aprendizaje de computación esté presente en todas las escuelas argentinas. «Que los chicos sean usuarios hábiles no debe confundirnos -advierte-. El usuario sin conocimientos de programación, por más destreza que alcance, no puede pasar al rol de productor en toda su dimensión». Desde la página Programar se despliegan materiales para la enseñanza de la programación en niveles primarios y secundarios, y también herramientas de formación docente.
¿Es como aprender otro idioma?
No se trata de un lenguaje en particular, sino de los fundamentos que no cambiarán por más que la tecnología evolucione, y que seguirán vigentes cuando el alumno egrese, a diferencia de las tecnologías específicas, que probablemente ya no lo estarán. Con las ciencias de la computación con base en la programación se puede abordar la especificidad de estas cuestiones. Es un ladrillo fundamental de la ciudadanía de calidad del siglo XXI. Es propiciar el aprendizaje por indagación y por proyectos.
Fernando es, además, bailarín amateur de tango y corredor, pero si tiene que elegir una pasión, no duda en quedarse con su trabajo en la fundación. El año pasado capacitaron a cientos de docentes en varias provincias, que a su vez debían probar lo aprendido con sus propios alumnos. «Nos contaron un montón de historias, pero me impactó la de un chico de 9 años que, producto de algunas dificultades de aprendizaje, no había todavía aprendido a leer. El curso de programación lo entusiasmó tanto que quiso leer las instrucciones que veía en la pantalla y ese fue el empujoncito que necesitaba para largarse», cuenta.
Para este docente, si la educación no es inclusiva, no es realmente de calidad. El desafío profundo de la innovación es que las buenas ideas no queden en un maestro o en una escuela. «Lo más difícil es desplegar el programa multinivel necesario para pasar de la experiencia anecdótica al cambio sistémico y capear ansiedades -subraya-. Las reformas educativas toman tiempo y deben desplegarse por etapas».
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