Recientemente el Departamento de Computación (DC) apagó su antiguo servidor de correo electrónico y lo reemplazó por un servicio externo. Considerando que el DC fue pionero de este servicio y logró conectar a Argentina con el resto del mundo, aprovechamos para rememorar cómo fueron los acontecimientos que llevaron al surgimiento del correo electrónico desde la propia universidad, destacando el incansable trabajo de la comunidad académica de Exactas.

No caben dudas de que el nacimiento de las redes académicas y la interconexión universitaria nacional está fuertemente ligada a la creación del DC, en el año 1985. Tanto docentes como estudiantes formaron parte de ese proceso de “independización” de la Computación respecto al Departamento de Matemáticas. Y sentaron las bases para el desarrollo de Internet en nuestro país.

En este sentido, un nutrido grupo de estudiantes que también trabajaban como ayudantes de segunda del DC comenzaron a investigar la implementación del sistema operativo multiusuario UNIX, casi desconocido hasta ese momento, como herramienta de trabajo. A partir del estudio, la enseñanza y la investigación realizados en esa plataforma, y a pesar de los medios limitados que existían en ese momento a nivel de infraestructura, se pudo progresar a paso firme en el nuevo campo de las redes.

Julián Dunayevich, pionero de las redes académicas nacionales y uno de los integrantes principales del grupo, rememora en el Boletín Conectados cómo fue el desarrollo de esta interconexión: “En 1986 creamos la materia optativa “Unix y C” y desde allí comenzamos prácticas de redes, aprovechando las facilidades que tenía incorporado el sistema operativo para realizar transferencia de archivos (UUCP) como de ejecución remota (UUX). Unix y redes se desarrollaron rápidamente en la Argentina y en el mundo, fundamentalmente por la aparición de servidores que no tenían que ser de gran porte como los mainframe de IBM sino mini o microcomputadoras. Si bien partimos de un departamento que tenía muy poco y que era un apéndice de matemática, al poco tiempo recibimos de Fate Electrónica la donación de una PC con procesador Intel 8086 (Nec APC III) y un equipamiento de NCR Tower con procesador 68000”, explica.

El propio Dunayevich había ingresado como becario a la empresa Fate Electrónica, donde uno de los integrantes del equipo era Juan Carlos Angió (primer egresado de la carrera de Computador Científico de Exactas). Dunayevich y Angió comenzaron a ver la posibilidad de hacer algo concreto con X.25 (ARPAC) y organizaron dentro de Fate un curso de comunicaciones, específicamente X.25. Para formar parte de este curso, invitaron a Mauricio Fernández, Jorge Amodio y Carlos Mendioroz, entre otros, quienes tuvieron roles fundamentales en ese proceso. Así, estos estudiantes lograron armar un equipo especializado en Redes dentro del DC que poco a poco se fue ampliando. Luego se sumaron Nicolás Baumgarten y Mariano “El Baby” Absatz. El grupo se fue capacitando por sí mismo, con los manuales de los que disponían y el limitado equipamiento: una VAX con unas veinte terminales. A pesar de contar con una PC XT que tenía disco rígido y dos puertos seriales (RS-232), pudieron hacer muchas cosas: el grupo empezó con las líneas telefónicas, a colocar módems y hacer rudimentarias pruebas de comunicación.

El primer servicio de e-mail surgió desde el DC

Alberto Mendelzon -egresado como Angió de la carrera de Computador Científico- había pasado por las universidades de Princeton y Toronto. Por ese entonces vivía en Canadá. Sus trabajos de investigación, relacionados con la organización y búsqueda de datos, contribuyeron a sentar las bases del diseño de lenguajes para realizar búsquedas en la futura WWW.

Un hecho puntual confluyó como disparador del surgimiento del correo electrónico en el ámbito académico nacional. En 1986, Mendelzon regresó a Buenos Aires para pasar un año sabático y se constituyó en una especie de “padrino” para el grupo: más allá de ser una eminencia en el campo de la informática quería aprender sobre los temas de redes que los estudiantes de Exactas apasionadamente investigaban, y además necesitaba comunicarse mediante el correo electrónico con sus amigos, colegas y familiares en Canadá. Sin embargo, ninguna computadora tenía acceso a ese servicio.

Hugo Scolnik, por entonces director del DC, recuerda detalladamente el episodio de la llegada de Mendelzon: “Después de crear el Departamento de Computación Alberto vino de profesor visitante y lo primero que me preguntó era cómo se conectaba al mail. Me acuerdo que le contesté: ‘creés que estamos en la NASA? Aquí no tenemos mail’. Pero bueno, empezamos con Julián Dunayevich y Nico Baumgarten la experiencia de conectarnos vía dial-up con Estados Unidos. Creo que le debemos a Alberto el habernos movido para empezar con el tema en la Argentina”.

Al poco tiempo, Mendelzon entró en el proyecto PNUD de Cancillería y allí tuvo que armar un equipo, para el cual Dunayevich le sugirió a Mendioroz, Amodio y Fernández. “De esta manera, logramos que parte de nuestro equipo estuviera trabajando en Cancillería y parte en la facultad, destaca Dunayevich.

El proyecto de Cancillería no tenía que ver con Internet”, explica Amodio. “El objetivo principal era modernizar la infraestructura de informática y telecomunicaciones del ministerio y armar una red global con las embajadas y consulados”. Pero el grupo, sin que sus jefes lo notaran demasiado, se dedicaba a trabajar para que el acceso a la red pudiera ser aprovechado por la mayor cantidad de usuarios posible. Con ese fin, se adelantaron por algunas décadas al uso masivo de software de fuente libre y alternativas a los productos que las grandes corporaciones imponían como opciones únicas y universales: “Éramos bichos raros de laboratorio, metidos en un proyecto que tenía también un objetivo político, que era ser la lanza que rompiera con la dominación de IBM y sistemas propietarios en la administración pública”.

Por otra parte, en Fate Electrónica ya se habían comenzado a realizar pruebas de conectividad UUCP y transferencias de mensajes con comunicación serial punto a punto, vía telefónica o X.25. Pero con la llegada de Mendelzon se empezaron a hacer pruebas tanto por teléfono como a través de X.25 para establecer comunicación con la Universidad de Toronto, donde él trabajaba. Así, al poco tiempo, Mendioroz y Amodio lograron armar una conexión estable con la universidad, inicialmente vía telefónica, que se convirtió en la primera comunicación de transferencia de mensajes vía UUCP.

Un tiempo antes, Nicolás Baumgarten, que formaba parte de otra materia –de Assembler-, se interesó por el trabajo que el grupo estaba haciendo en comunicaciones y se incorporó también al equipo. Este hecho fue determinante para el crecimiento del proyecto, porque Baumgarten tomó el rol de “cerebro tecnológico”, Amodio se centró en la vinculación de Cancillería con la red académica y Dunayevich se ocupó fundamentalmente de la coordinación general.

Tanto el envío de mensajes vía la Universidad de Toronto como el avance en las comunicaciones internacionales, las trabajaron Amodio y Mendioroz en Cancillería en 1987, quienes crearon el nodo ATINA, y se acordó que el servidor de correo de la facultad, DCFCEN, se conectara con Cancillería para transmitir los mensajes a las redes internacionales. En la facultad, en tanto, se concentraron las comunicaciones para el sistema científico académico nacional, futuro “.edu.ar”, que fue inicio del proceso de las comunicaciones académicas en la Argentina en lo relativo al correo electrónico. A la red se la denominó RAN, “Red Académica Nacional”.

Esa red, con base en la Facultad y conexión al exterior desde Cancillería, fue la punta de lanza del uso de correo electrónico en la comunidad académica argentina. En Exactas, los docentes e investigadores podían acceder a través de las computadoras del DC a sus propias cuentas de correo electrónico y comunicarse con colegas e instituciones en el exterior, además de leer trabajos y participar de listas de correo. Con la llegada de nuevos equipos, módems y líneas telefónicas, el proyecto creció y rápidamente se incorporaron nodos nuevos, alejados geográficamente.

Para noviembre de 1987, Exactas ya tenía su propio nodo, y la red inició su crecimiento: “Empezamos a mandar y recibir mails. Al ver que funcionaba, comienza a venir también la gente del Departamento de Física, del de Matemática y del IAFE, que estaban muy conectados a nivel personal con el resto del mundo. De repente, y no sé muy bien cómo, de un día para el otro eran unos cien usuarios. Al principio venían a usar la máquina, pero eso no duró mucho, ya que se empiezan a armar los nodos adentro de la Facultad”, recuerda Baumgarten, al mismo tiempo que revela cómo era el día a día de un estudiante, docente, y colaborador Ad Honorem de la RAN: “Nos llevaba tiempo hacerlo pero era divertido. Todo esto fue alrededor de 1988 y 1989, cuando empezamos a laburar con Julián en el Ministerio de Economía, en un proyecto que no formalmente, pero en realidad fue así, financió nuestro tiempo. Nosotros hacíamos el laburo en Economía, y la tecnología era la misma que en la Facultad”.

El crecimiento de la base de usuarios hizo que otras instituciones se interesaran por la red y muy rápidamente gran parte del mundo académico quería su conexión. El equipo de la RAN desarrolló una serie de programas para que resulte más fácil conectarse desde una simple computadora hogareña. De repente, si alguien se enteraba de la existencia del servicio, pasaba por el Pabellón I y se volvía a su casa con un diskette, un número de teléfono y la posibilidad de conectarse a la red como nuevo usuario.

Mariano “El Baby” Absatz, ex compañero de Baumgarten en el Colegio Nacional de Buenos Aires, tuvo gran responsabilidad en la creación del famoso Chasqui, una pionera aplicación argentina que aparecía en las pantallas de muchos usuarios a fines de los ochenta cuando se disponían a conversar con el exterior. “Computación, Matemática y Física fueron obviamente los primeros en conectarse”, precisa Absatz. “Me acuerdo que una vez cayó un rayo en un cable que conectaba a varios departamentos en la Facultad, y quemó una gran cantidad de computadoras y placas de red. A cualquier docente o investigador que se nos acercaba, le dábamos una cuenta y se conectaba para mandar y recibir mails. Originalmente se usaba UUPC, un software de dominio público, que nosotros agarramos y distribuimos como venía.” El origen del Chasqui estaba en la tesis de licenciatura en Computación de otros estudiantes, Diego Bregman y Sonia Sosa, y fue uno de los primeros programas argentinos para manejar correo electrónico, que usaba “ventanas” y la futurista posibilidad de adjuntar archivos. El éxito fue instantáneo y la demanda incesante: “En esa época, cuando no dábamos abasto con la cantidad de gente que quería acceder al e-mail, recibíamos llamados en la oficina que podían decir ‘Hola, ¿Qué tal? ¿Hablo con internet?’”.

El CCC: un hito para la universidad pública

La creación del Centro de Comunicación Científica de la UBA (CCC), se produjo en septiembre de 1992 y significó un hecho clave. No sólo porque implicó la institucionalización de lo que ese grupo pionero estaba haciendo sino porque posibilitó pensar en una red metropolitana para toda la universidad, con personal estable, un espacio y presupuesto. Esta red de la UBA se comenzó a implementar con enlaces de 64 Kb, entre las facultades. En marzo de 1994, Telintar armó su primer vínculo a Internet y en abril se obtuvo el primer enlace digital a Internet del país -el analógico ya lo tenía Cancillería-. Fue así que se dejó de realizar la conexión a través de Cancillería y se logró independizarse de ella. Luego de siete años, y con miles de usuarios conectados, la RAN era la red académica más grande del país, y una importante puerta de entrada a Internet

¿Por qué este proyecto surgió allí en la Universidad y no en otro lado? “El proyecto surgió en la universidad porque era una necesidad interna, casi natural e indispensable de los docentes e investigadores; en este sentido, tuvimos un apoyo incondicional de los distintos miembros de la facultad y de las carreras”, puntualiza Dunayevich. Sin dudas que el crecimiento del Departamento de Computación permitió formar especialistas en redes rápidamente y así desarrollar internamente las herramientas y aplicaciones necesarias para la implementación de la red. “Y mejor aún: al conocerse el proyecto, las distintas universidades nacionales y centros de investigación rápidamente se interesaron y quisieron formar parte. La realidad es que cuando comenzamos a trabajar en el proyecto, ni siquiera se hablaba de Internet, de sistemas abiertos, etc. Aunque en verdad no sabíamos bien en dónde nos estábamos metiendo, resultó que, finalmente, el modelo que elegimos fue el exitoso”, concluye. En síntesis, esta historia testimonia que a pesar de las limitaciones y complejidades de la época, la comunidad del DC (a través de un grupo pionero de estudiantes y docentes) fue protagonista central para generar el primer servicio de correo electrónico y el primer enlace a Internet del país.

Fuentes principales del artículo:

Entrevista a Julián Dunayevich (2013):

https://www.dc.uba.ar/wp-content/uploads/2018/12/Diciembre2013.pdf

Revista La Ménsula (2014):

https://bibliotecadigital.exactas.uba.ar/download/mensula/mensula_n019.pdf

Página 12 – Suplemento Radar (2014):

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-9733-2014-05-18.html

 

Archivo fotográfico: gentileza de Página 12 y La Mensula.