Martín Urtasun es profesor regular del Departamento de Computación (DC) de Exactas-UBA, Cofundador y Socio de Recursiva, empresa argentina de consultoría y desarrollo de software. Es Licenciado en Ciencias de la Computación. En el año 2003 fundó la empresa junto a sus compañeros de trabajo práctico. Recursiva cuenta con 60 empleados, plantel que se duplicó entre 2020 y 2021 a partir de la posibilidad de trabajar en forma remota y contratar colaboradores de todo el país, y actualmente trabajan con grandes clientes de Latinoamérica y Estados Unidos.
En esta entrevista con el DC, Martín cuenta sobre los desafíos actuales de Recursiva, el vínculo entre la empresa de software y la universidad y su experiencia de haber adaptado las clases a la modalidad virtual.
¿Cuáles son los principales proyectos de desarrollo en Recursiva y con qué clientes están trabajando?
Estamos trabajando para diferentes rubros. Uno de nuestros principales clientes es el Grupo Andina (Coca Cola), el grupo GDM, la empresa ABB y el grupo Cencosud. También tenemos como clientes a Roemmers, Telecom y al grupo Hasar. Ese es nuestro Top 7 actual de clientes. Los proyectos se reparten entre los rubros del Agro, Fintech, Retail, Integración de aplicaciones, RPA, Sistemas de Gestión y Automatización Industrial.
Entre los desarrollos actuales, estamos ejecutando proyectos de billeteras virtuales y plataformas de pagos, automatización de líneas de producción y sistemas de informatización para el campo. También damos servicios de automatización de procesos, integración de aplicaciones y consultorías en arquitecturas de software.
¿Qué perspectivas tiene la empresa a nivel de recursos humanos y cómo se desarrollaron durante la pandemia?
Durante la cuarentena obligatoria, propia de la pandemia, duplicamos nuestro plantel de gente. Contratamos a aproximadamente 30 personas. Ahora somos casi 60 (antes de la pandemia estábamos en un promedio de 30) y tenemos gente de Tucumán, Chaco, Bariloche (Rio Negro), Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Baradero (Buenos Aires).
Lo que sucedió es que forzosamente estando todos de home office, abrimos el juego al interior, entonces empezamos a contratar gente de diferentes provincias (gente que quizás antes tenía que viajar a Buenos Aires o algún centro urbano más importante para conseguir trabajo en computación, terminó trabajando desde su localidad). Nos sumó mucho pero, a su vez, enfrentamos la dificultad de generar identidad, pertenencia y vínculos en la empresa. Si bien hemos podido conseguir nuevos colaboradores de esta forma, nunca llegamos a conseguir la cantidad de programadores que necesitamos. Algo que vemos en el mercado es que hay una rotación muy alta, si uno se fija la franja etaria de 20 a 25 años, uno encuentra un promedio de un año en cada trabajo. Es un hecho con el que convivimos, es muy raro encontrar gente que llegue al primer trabajo y se quede para crecer. Utilizan los primeros trabajos como trampolines de salario.
¿Cómo se hace para retener ese talento?
Ese es uno de nuestros mayores desafíos. En Recursiva buscamos mucho a jóvenes profesionales, o perfil trainee, y algo que transmitimos lo mejor posible es que los primeros aumentos de salario tienen dos componentes, inflacionario y de desempeño. Apostamos mucho a formar a la gente y acompañar ese crecimiento inducido, tipo incubadora, con una remuneración de mercado. Eso nos juega a favor en el sentido de formar gente a la medida de Recursiva y en contra en el hecho de invertir en formar a esas personas y después tener que hacer lo imposible para retenerlas. Varios empleados se han ido a trabajar en modalidad free lance, eventual, para cobrar en dólares afuera, y contra eso no podemos hacer mucho.
En nuestro caso siempre está presente el aprendizaje y crecimiento de las personas. Nosotros brindamos estabilidad a largo plazo y un muy buen ambiente de trabajo. Es una relación que busca alinear los objetivos de la empresa con los objetivos individuales de cada empleado. Algo que tiene Recursiva es diversidad de proyectos, tanto en cuanto a negocio como a tecnologías. Entonces buscamos que el hecho de cambiar de proyecto o de tecnología no sea un motor para cambiar de trabajo. Intentamos anticiparnos a estos cambios, atendiendo las voluntades y necesidades de cada colaborador a tiempo. Aun así la retención de las personas sigue siendo un enorme desafío.
¿Cómo ves la relación actual entre la empresa de software y el ámbito académico, dado que tu crecimiento profesional se dio en forma simultánea en ambos entornos?
Veo diferentes aristas. Hoy nuestra disciplina se está escribiendo en vivo y las tecnologías evolucionan cada vez más rápido. A diferencia de carreras tradicionales como por ejemplo arquitectura o ingeniería, uno siempre está surfeando la ola de la evolución tecnológica. Entonces hay muchos temas donde se encuentran los títulos en el mundo de la industria, en este mundo cloud. Hay tecnologías a las que Amazon, Google o Microsoft, le ponen nombre propio y ese nombre se populariza antes que el nombre genérico, académico, del que estamos hablando. Ahí claramente ya hay un primer desafío que es llevar a la academia las herramientas para que pueda explicar, usar y extender la tecnología que la industria crea. Es como que se dio vuelta la ecuación. Antes tradicionalmente la academia generaba el concepto, la ciencia detrás y después aplicaba la tecnología. Acá la carrera es pareja y a veces la industria le gana. Llega antes y a veces llega no de la forma más inocente, porque cada uno quiere imponer su negocio, imponer su arquitectura y su metodología. Entonces ahí tenemos una oportunidad muy interesante que es traducir, mapear y aggiornar la tecnología actual con los conceptos abstractos académicos.
¿Este vínculo se puede trabajar de algún modo en las materias de la carrera?
Sí, sobre todo en materias más avanzadas. En mi caso voy y vengo entre materias de primero, cuarto y quinto año. Entonces conozco a estudiantes que recién entran y a los que están por salir. Es muy interesante, porque los que tienen esa experiencia laboral quizás está más acotada a lo que su carrera profesional los llevó. En Recursiva tengo la ventaja de tener una visión bastante amplia, ya tenemos más de 300 proyectos desarrollados a lo largo de estos años y en todo esto hay anécdotas o detalles que enriquecen las conversaciones con gente que se está formando. Lo que me sirve, a mí personalmente, es inducir las preguntas hacia un ejemplo donde a veces quien está en la facultad todavía es bastante ingenuo o idealista. Todo esto se retroalimenta mucho con la experiencia práctica de la industria.
Es interesante el hecho de que Recursiva fue la evolución de un grupo de TP, con este grupo armamos la empresa en el año 2003.
Sucedió con los que hoy siguen siendo mis socios y fue nuestra primera (y única) experiencia laboral. En ese sentido la formación que teníamos, cuando salimos a buscar esa oportunidad, fue la que nos dio la carrera. Entonces tengo una noción de todo lo que tuve que incorporar de afuera. La facultad te da una base y el resto lo aprendés.
A la gente de primer año suelo decirle mucho: inviertan en no dejar la carrera. Porque van a conseguir un muy buen trabajo, probablemente muy bien pago, pero tienen que formarse para estar a la altura de la velocidad en que la tecnología va a mutar.
Es importante que construyan su carrera apoyándose en el conjunto de conocimientos que van a ver en toda la carrera. Esa foto final, te la da la suma de las materias. Es cierto que con materias de programación se puede conseguir trabajo, es cierto que te van a pagar mucha plata, porque así está la disciplina y la industria, la apuesta debe ser no perder el control de su vida laboral a través del tiempo. Y lo que no va a ser constante a través del tiempo es la tecnología que sabés en el presente. Ahí va a entrar en juego algo que ya existe hoy que es la calidad de trabajo, si querés tener la libertad de trabajar de lo que te gusta y aggiornarte en la tecnología, ese trabajo calificado (en un contexto donde todo trabajo es calificado) va a tender a estar más especializado y esa es la oportunidad que si uno deja el estudio se pone muy en riesgo.
Por último, ¿cómo fue tu experiencia con la modalidad virtual de clases?
Durante la cuarentena dicté la materia optativa Arquitecturas Web. La experiencia fue más mala que buena en el siguiente punto: el primer cuatrimestre nos adaptamos todos y nos acomodamos; el segundo cuatrimestre que me tocó darla me sentía dando un podcast, porque en el claro gesto de prender la cámara hay toda una comunicación visual, las clases las daba en vivo pero estar hablando a una cuadrícula de nombres, ni siquiera con expresiones en vivo y no tener ese feedback de vuelta, la verdad que lo terminé sufriendo más que disfrutando. Después hay cosas positivas y las tomo para cualquier modalidad: las presentaciones de TP para esta materia eran aplicaciones web concretas que deberían correr en la web. Usualmente por motivos de tiempo o por cualquier excusa venían grupos que nos decían que no llegaron a publicarlo. En este caso un paso obligatorio era publicarlo para ver la app y desde ese punto de vista todas las herramientas de sitio web y de colaboración, sumaron mucho al resultado final. Nunca va a ser lo mismo lo virtual que lo presencial, sobre todo si uno tiene la concepción de cómo transmitir en la presencialidad, gestos, silencios, uso de pizarrón, etc. Igualmente todo eso se pudo superar.
Ahora soy profesor de Algoritmos y Estructuras de Datos 1, materia de primer año, donde se generó un material muy bueno con la idea de que perdure. Hay teóricas que están espectacularmente explicadas que si yo vuelvo a decir lo mismo no tiene un valor agregado, es repetir lo que otro ya grabó. Ahí es donde hay que resetear nuestras cabezas y sacar lo mejor de cada modalidad. La virtualidad es muy invasiva, es un tema delicado. Hay que tener mucho cuidado con separar los espacios, lo laboral de lo personal. En la relación docente-alumno ese tema está muy presente, cuándo me podés hacer una pregunta, cuándo la voy a responder y creo que eso se aprendió a manejar a lo largo de los cuatro cuatrimestres que tuvimos. Entonces creo que con todo lo recorrido hay espacio para algo híbrido. En Algoritmos 1 aprovechamos esa experiencia aunque tenemos muchísimos alumnos. El primer cuatrimestre fue más híbrido, este segundo cuatrimestre es más presencial. Este cuatrimestre hubo casi 350 inscriptos, que es un récord histórico potenciado por carreras como la Licenciatura en Ciencias de Datos. Aunque en la virtualidad es más fácil armar laboratorios porque cada uno usaría la computadora de su casa, hoy tenemos tres laboratorios reservados por turnos presenciales y no damos abasto. Es un desafío enorme de recursos. Hay que buscar un punto intermedio entre la capacidad docente, la capacidad edilicia y la población de alumnos. En este cuatrimestre full presencial, nosotros estamos dejando los videos colgados en el campus, sugerimos que los vean pero estamos dando con más detalle las teóricas. Y hay muchas materias que grabaron a conciencia ese tipo de material. En definitiva, creo que todo ese esfuerzo vale un montón.