Mónica Bobrowski es Directora de Asuntos Institucionales & Governance de Practia, una empresa nacida en Argentina,  líder en servicios de tecnología y transformación digital fundada en 1995 (está presente en distintos países de Latinoamérica y en 2023 fue adquirida por el grupo francés Publicis Groupe, desde su división de tecnología Publicis Sapient).

Cuenta con más de 25 años de experiencia en la industria de software y servicios informáticos. Desde 1991 a 2001 fue docente del DC,  primero como ayudante y luego como profesora, desempeñándose especialmente en las primeras materias de la carrera. En cuanto a su formación es egresada de la Escuela Superior Latinoamericana de Informática (ESLAI), posee un MBA de la Universidad Torcuato Di Tella y es Coach Ontológico Empresarial Certificada de Newfield Consulting.

En esta conversación con el DC, que forma parte de la sección de entrevistas a ex docentes del Departamento, Mónica comenta por qué el vínculo con las personas es el problema central para cualquier proyecto de tecnología y cómo las habilidades de comunicación humana ayudan a gestionar el cambio en organizaciones como Practia.

¿Qué recordás de tu etapa como ex profesora del DC?

Fue una época que en lo personal recuerdo con mucho cariño, y de mucha ebullición en la carrera, porque empezó a adquirir un lugar más relevante, dentro de las disciplinas de la facultad, con el cambio de Plan 1993 y porque las reuniones de CoDep tenían su peso en el devenir de la carrera y en el gobierno departamental.

Siento que fui mucho más que docente de Exactas, fue algo que me llenaba de placer y de pasión. En términos de mi sentido de pertenencia al Departamento de Computación, me sentía muy identificada y fue una tarea que disfruté un montón. Mi paso por el DC es de las cosas más lindas que hice en mi vida, me pasa de encontrarme con ex estudiantes por la calle y recordar esos momentos.

En mi caso siempre elegí estar en las primeras materias de la carrera, como las de Algoritmos, porque tengo como vocación de formación de escuela, de los primeros años, y me gustaba ver a los chicos y chicas que empezaban y luego algunos se incorporaban como ayudantes a la cátedra, teniendo sus primeras experiencias como docentes. 

Fue maravilloso ver el nivel de compromiso de la gente en una tarea que no se hacía por el dinero ni el prestigio, sino por brindar una muy buena formación a las próximas generaciones de estudiantes. Y en tratar de formar a la gente más allá de lo que puramente son los conceptos técnicos sino en cuanto a la ética profesional y el contexto socio-político, más allá de que no teníamos materias más humanísticas, de vinculación o de pensamiento contemporáneo, pero siempre tratamos de que estos aspectos blandos de la profesión estén presentes en la forma que dábamos las materias. Recuerdo que también cada 24 de marzo hacía algún comentario sobre la posibilidad que teníamos de estar en democracia por lo que significaba para las cientos o miles de personas que estábamos en las aulas, una fecha que luego se empezó a tratar como un tema obligatorio formal en las instituciones educativas.

¿Por qué dejaste la docencia y cómo fue tu interés hacia temas menos técnicos de la Computación?

La verdad que me empecé a dedicar a otros temas y,  como mis intereses fueron para otro lado, no me parecía correcto dar clases sobre temas en los que no estaba actualizada. En este momento no me dedico puramente a temas técnicos porque me gusta todo lo que tiene que ver con la comunicación humana y lo vincular dentro de las organizaciones.

De hecho tu formación de posgrado refleja ese viraje hacia la comunicación y la gestión de talento en las empresas…

Totalmente, primero hice un MBA en la Universidad Di Tella, y me certifiqué como Coach Ontológico y ahora estoy haciendo una Maestría en Comunicación e Imagen Institucional en la Fundación Walter Benjamin.

Pero más allá de eso, si me preguntás qué soy, siempre voy a decir “informática”. Porque lo que a mí me dio el paso por Exactas, además de la gente, los equipos, la posibilidad de trabajar, compartir y aprender conjuntamente con otros, es una forma de pensar cómo abordar los problemas y un background para resolver problemas. Todo ello hizo que los posgrados me resultaran más sencillos. Considero que formarse en Computación en Exactas te brinda una preparación integral, y por eso creo que sigo siendo “informática”, porque pienso las cosas de esa manera.

¿Cómo ves hoy el valor de la formación en lo que es la industria de tecnología?

Creo que la informática está un poco desvirtuada, porque cualquier persona puede sentarse en la computadora a hacer un sitio web y no se valora el hecho de que la formación te brinda una capacidad de adaptación y también de abstracción para resolver problemas. Me refiero a la adaptación a cualquier herramienta y a cualquier cambio tecnológico que vaya a darse en este ecosistema. Porque cuando resolvés un problema en realidad estás resolviendo cientos o miles de problemas que se parecen a ese mismo, y cuando no tenés esa visión abstracta resolvés solamente el problema individual sin comprender mucho más, esa solución se limita a algo específico y no la podés extrapolar, mejorar o llevar a otra aplicación.

Ese es el diferencial de la formación y si no lo jerarquizamos de algún modo perdemos todos. Y además nos ayuda a pensar el por qué de las innovaciones, por ejemplo cómo usar la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para que sea un valor propio. Y no me refiero sólo a formarse en las universidades, puede haber terciarios o institutos de formación que brinden estas capacidades y aprendizajes. Por eso el valor de la formación en informática es irremplazable.

En lo que hace a tu carrera en Practia, ¿qué pasos fuiste dando y cómo ese recorrido acompañó el crecimiento de la empresa?

Estoy en Practia desde fines de 1998. Cuando ingresé a la empresa éramos como 20 personas y teníamos oficinas sólo en Argentina.

Para dar un poco de contexto, ahora somos 1.200 personas con capacidades en estrategia, producto, experiencia, ingeniería, datos e IA. Hemos desarrollado estrategias digitales para una cartera de más de 1.000 clientes de múltiples sectores, desde el comercio minorista y las telecomunicaciones hasta la salud y los servicios financieros. Contamos con oficinas en Argentina, Chile, México, Perú, Brasil, Colombia y España. El año pasado la empresa fue adquirida por una multinacional francesa, uno de los principales grupos de medios, Publicis Groupe (este grupo francés cuenta con una división de tecnología, Publicis Sapient, a la cual se incorporó Practia).

Entré a Practia como Project Manager (PM), primero de manera freelance porque en ese momento estaba mucho en la facultad, ya que estaba haciendo el doctorado, que finalmente abandoné porque no era lo que realmente me estimulaba. Además de ser PM, coordiné el área de capacitación de Pragma (hoy Practia), tanto externa como interna.

Luego, junto con otras personas, armé desde cero el área de marketing y cuando nos estructuramos en gerencias fui gerente de los servicios de PM. Después empecé a estar más presente en los temas de capital humano, que era lo que a mí realmente me gustaba y desde el 2008 a 2020 fui Directora de Capital Humano, aunque en algunos momentos seguía con temas de marketing y ahora estoy en un rol más ligado a la integración y las relaciones institucionales de la empresa. Digamos que siempre fui una directora de RR.HH. que sabía lo que nosotros hacíamos, porque era distinto mi involucramiento en el negocio y estaba en la discusión más estratégica de la empresa (algo que no es lo que suele suceder en general en las empresas de tecnología, porque no fue solamente cumplir necesidades de la empresa en materia de recursos humanos).

Y cuando estuve del lado técnico desarrollamos servicios de calidad de datos, en épocas en las que todavía no se hablaba de los datos. Pero era un tema que manejaba, con el que me sentía cómoda. Fue una posibilidad de experimentación y de hacer cosas nuevas, que no siempre tuvieron un éxito comercial pero nos sirvieron para aprender y crecer.

¿Qué desafíos tuvo el proceso de expansión de Practia, con fuerte presencia en Latinoamérica?

Creo que siempre el mayor problema a resolver de cualquier proyecto es el vínculo con las personas y el desafío está en transformar equipos para que vayamos juntos hacia un mismo objetivo. Porque los aspectos técnicos uno sabe de entrada si los va a poder resolver, son problemas manejables. Mientras que las personas somos totalmente inmanejables y hay cuestiones culturales de por medio. Tenemos oficinas en distintos países que hasta hace unos tres años se manejaban de manera bastante independiente. Pero acá mismo en Argentina en los últimos años, empezamos a tener empleados de Venezuela o de Colombia, que venían a vivir a Argentina con buena formación y eso también se torna un desafío. La realidad es que hablamos distintos idiomas no sólo desde las palabras sino desde las actitudes, entonces tuvimos que trabajar mucho sobre cómo vincularnos, en la forma de entender los problemas y alinearnos en una misma dirección. También sobre cómo armar equipos, entender nuestras propias fortalezas y limitaciones. Después cuando uno lleva esto a los países se complejiza más, incluso con la adquisición actual donde estamos hablando todo el tiempo con gente de la India, de Europa y Estados Unidos, en inglés y con distintos husos horarios. Son esas cosas que a veces no te enseñan en la facultad, que hacen a la manera que tenemos nosotros de conversar. Nosotros como locales hablamos con más desparpajo y quizás hay gente que es más formal en esto. Uno tiene que ir aprendiendo, escuchando y también viendo de “convidarles” algo de nuestra forma de ser y tomar algo propio de lo de ellos. Y ahora estamos en este proceso de integración cultural.

Podrías contar sobre el rol de Practia en temas de Responsabilidad Social Empresaria…

Durante mucho tiempo en Argentina trabajamos con el tema de RSE, siempre tratamos de contribuir a generar fuentes genuinas de trabajo en distintos lugares del país para que la gente no tenga que migrar, porque veíamos que la mayoría de la gente se venía a Buenos Aires, Córdoba u otros centros urbanos donde había empresas. Y eso era un problema.

Por otro lado, buscamos dar oportunidad de movilidad social a gente que no tenía esas posibilidades. Entonces colaboramos con programas que formaban chicos y chicas en situación de vulnerabilidad, trabajamos con un instituto que se fundó en Goya para formar gente local y tuvimos una oficina allí por un tiempo, mientras que abrimos oficinas en Tucumán y en La Rioja y trabajamos con fundaciones que forman en herramientas informáticas a gente de la tercera edad.

Un gran aprendizaje de hace muchos años fue un programa que llamamos “Madres”, hace unos 15 años, para reclutar mujeres que habían dejado de trabajar en empresas durante un tiempo debido a la maternidad y querían reinsertarse en el mercado laboral. Buscamos a esas candidatas y las formamos en Testing (ejecutar casos de test de programas), una tarea cuya ejecución usualmente se puede hacer con una formación bastante acotada. Y descubrimos que el tema no era solo testing, sino que la gente que llegaba a ese espacio quizás no sabía usar las herramientas básicas de Office, porque había una necesidad anterior a eso. Y ahora todas estas necesidades fundamentales van siendo cubiertas por un montón de organizaciones sociales, del tercer sector, que fueron surgiendo con este propósito a lo largo de estos años.

Aún así, seguimos colaborando desde la empresa para mejorar la situación de las personas, ya sea porque consiguieron un trabajo digno, porque adquirieron nuevas herramientas para su formación o porque no se tuvieron que mover del lugar que eligieron para vivir.

Por último, ¿están con búsquedas laborales activas de estudiantes o graduados?

En Practia siempre estamos buscando perfiles para gestión de proyectos, desarrollo o testing. Ahora está el requerimiento de desarrollo RPA, en cuanto a automatización de procesos, y también van surgiendo búsquedas específicas en función de los distintos proyectos que desarrollamos.

Solemos buscar gente de la universidad y nos sigue interesando que los estudiantes cumplan con el objetivo de terminar la carrera y se reciban. Y creo que lo que vale es la combinación de los atributos de la persona con su formación, en el contexto profesional en el que se va a desenvolver, qué la hace especial a esa persona para resolver este problema, desde sus habilidades e intereses para trabajar en equipo. Se trata de impulsar una transformación digital centrada cada vez más en el diferencial de cada persona y que promueva la integración entre las diferentes personas de un mismo equipo.