Santiago Ceria es profesor regular del Departamento de Computación (DC) Exactas-UBA y recientemente se lo designó director de la Licenciatura en Ciencias de la Computación. También es vicepresidente de Fundar, una organización sin fines de lucro dedicada al estudio e investigación de políticas públicas. Fue director ejecutivo de la Fundación Sadosky (2011-2015) y también fue VP de Ingeniería de Medallia Argentina (2016-2020). En cuanto a su formación, es Licenciado en Análisis de Sistemas (UBA) y Magíster en Ingeniería de Software de la Universidad Carnegie Mellon. Tiene 30 años de experiencia trabajando en tecnología, en la industria del software en particular.

Durante esta entrevista –que forma parte de una nueva sección del DC sobre Profesores que realizan o realizaron actividades no académicas, tanto en el sector privado como público- Ceria cuenta algunos detalles sobre su experiencia en el sector del software, desafíos actuales en el ámbito académico y su visión particular sobre las clases virtuales. También adelanta algunas perspectivas del proyecto de reforma del plan de estudios de la Licenciatura.

En enero 2016, luego de haber sido por varios años Director Ejecutivo de la Fundación Sadosky, decidiste encarar un cambio importante y te incorporaste como Líder de Ingeniería de la oficina de Medallia en Argentina. ¿Cómo fue tu acercamiento a Medallia y qué te llevó a sumarte a esta empresa de software de Silicon Valley?

Es muy interesante la historia, porque en principio no tenía planes de volver a trabajar en la industria. Cuando me fui de Hexacta en 2010 consideraba cerrada la etapa de trabajar en empresas y me quería dedicar más a temas de gestión académica y a docencia, que siempre me gustaron mucho y podríamos decir que permiten una vida más tranquila. Yo sabía de Medallia porque allí había varias personas brillantes que había conocido, sobre todo en Exactas o en mis trabajos anteriores. Cuando me enteré de que Santiago Pérez volvió a Argentina, de trabajar en Linkedin, para venir a Medallia, y de que Guido de Caso terminó su doctorado y se fue a trabajar a Medallia, entonces me dio curiosidad y muchas ganas de saber más, era un equipo chico pero de gente muy buena.

Cuando me ofrecieron liderar ese centro de desarrollo con la perspectiva de hacerlo crecer me atrajo mucho eso, que el equipo humano era sobresaliente y que tenía mucho potencial para crecer. Porque en el mundo del desarrollo de software hay un efecto de círculos virtuosos, donde hay una persona muy talentosa trabajando en una empresa, entonces eso atrae a otras personas y se arma una cadena muy positiva. Más allá de que para mí era una propuesta nueva, nunca había trabajado para una empresa de software de Silicon Valley. Por otro lado, cuando me acerqué a ver de qué se trataba me gustó mucho la propuesta, conocí a los fundadores y a mi futuro jefe, y vi que la empresa estaba haciendo todo muy bien en Argentina, generaba desafíos interesantes y proyectos tecnológicamente atractivos, entretenidos, con unas condiciones de trabajo muy buenas para la gente. Básicamente estaba todo listo para que Medallia pudiera crecer en Argentina. Esos son los motivos por los que me sumé.

Claramente el crecimiento que tuvo la empresa a nivel local fue muy grande. Durante tu dirección el plantel de gente pasó de 40 a más de 250 personas ¿Cómo fue ese proceso de lograr atraer nuevos talentos a la empresa cuando faltan graduados para cubrir puestos en la industria?

Es cierto que logramos un crecimiento importante, pero nos costó mucho por la escasez de talento. Medallia estaba en el grupo de empresas que tenía con qué competir para poder ofrecer excelentes condiciones (contratación, compensación, desafíos técnicos) y atraer talento, ofreciendo un clima de trabajo muy ameno. Además, generamos una estrategia que incluía un plan de Internships, similar a las pasantías, que funcionó muy bien para sumar gente. Crecimos mucho con gente junior, muy buena, porque es más fácil conseguir talento extraordinario sin experiencia que con experiencia. Siempre tuvimos una política muy amplia de priorizar mucho a la persona, cuidar a la gente en un sentido amplio y apoyarlos en sus estudios. Eso nos ayudó mucho y la gente lo valora, y es una de las cosas que mejor funcionó.

En este caso trabajaron también en un Programa de inclusión y diversidad en la empresa, ¿estuvo presente de algún modo la cuestión de género en tecnología?

Sí, se trabajó muy fuerte en ese tema, con un equipo focalizado en esto. El primer problema que tiene el sector nuestro es la bajísima participación femenina, un fenómeno que ya viene desde la universidad con números muy bajos que no superan el 15 % de participación femenina. Lograr la participación femenina en el trabajo profesional ya arranca desde una dificultad muy alta.

Pusimos el foco en tratar de mejorar este aspecto y el programa Internships era la principal herramienta porque teníamos más posibilidades de elegir. Pero después trabajamos en Inclusión y Diversidad en un sentido amplio, que incluya a la comunidad LGBTQI+, que todo el mundo se sintiera bienvenido y bienvenida, independientemente de su género y de cómo se autopercibía, que se sientan cómodos y cómodas, a gusto en el lugar de trabajo. Que la gente que pertenecía a algún tipo de minoría contara su historia abiertamente, eso fue muy valorado por nuestra gente y fue un programa que yo quería mucho estando en Medallia, porque sentía que de alguna manera estábamos haciendo punta. Fuimos un poco pioneros en estas iniciativas.

Hacemos un giro en la entrevista para charlar de tu rol actual como vicepresidente en la ONG Fundar. ¿Cómo surgió el proyecto?

Sebastián Ceria, mi hermano, que ahora reside en Londres, siempre estuvo muy vinculado con la Argentina y se esforzó muchísimo para ayudar en lo que pudiera al país, incluso en la época donde no tenía mucho para ofrecer más allá que sus propios conocimientos.

Su última idea fue crear una especie de Think Thank o Centro de Estudios. Con él participamos en el armado y en convocar al equipo actual de trabajo que integra la fundación. Este tipo de organizaciones sin fines de lucro tratan de sumar al debate sobre qué es lo que tiene que hacer Argentina para finalmente salir de la trampa del ingreso medio en la que está metida y poder convertirse en un país desarrollado. Se trata de una ONG fundada y financiada enteramente por Sebastián, ya que hizo un endowment: separar una cantidad de plata que permite a la fundación funcionar durante muchos años de manera autónoma, sin depender de nadie ni tener que responder a ningún interés de ningún tipo más allá de a la vocación de que Argentina progrese.

Es un Think Thank tradicional desde el punto de vista de que lo que hace es definir áreas de estudio para ayudar al diseño de políticas públicas, áreas tales como desarrollo productivo, recursos naturales, salud. Y se arman equipos de investigación en esos temas, se estudian, se hacen propuestas. En algunos casos se participa de la discusión pública sobre ciertos temas de la gestión nacional, provincial, municipal, con proyectos, para ayudarlos de alguna manera. Ese es el rol de la fundación, tiene una cuota de originalidad dada por dos áreas transversales que son Datos y Género. Mi rol no es ejecutivo, no estoy en el día a día, ya que la fundación tiene un director ejecutivo. Obviamente soy la persona de mayor confianza de Sebastián en Argentina, por lo que cumplo el rol de representante legal y de supervisar el presupuesto, las inversiones y gastos que se van haciendo. A su vez, tengo algunos proyectos e ideas que estoy impulsando y trato de que se lleven adelante en Fundar, participo de las reuniones de seguimiento y de directores.

Por suerte ahora pude volver a dar clases a la facultad y dedicarme a lo académico, trabajando un poco menos que en los años anteriores.

Pudiste volver a esa vida más “tranquila” que mencionaste al principio de la entrevista…

Así es, tardé 14 años en poder retomar ese plan original, que era mi plan de vida. Demoré primero por la Fundación Sadosky, que valió mucho la pena porque fue una experiencia fantástica y luego por Medallia que también fue una experiencia buenísima. Finalmente acá estoy con lo académico y con más tiempo libre.

¿Cómo ves este tema de trabajar en modalidad home office y dar clases a distancia?

Muy difícil, me cuesta mucho. En mi caso cuando terminé la facultad me puse un poco triste porque no me quería ir, me gustaba la vida universitaria. La pasaba bien, más allá de las dificultades que siempre están presentes. Me hice un muy lindo grupo de amigos. Siempre quise mantenerme vinculado con la facultad ya que lo veía como una manera de no “envejecer”. Y la docencia siempre significó para mí seguir vinculado con ese ámbito que es muy estimulante. Cuando esto se reemplaza porque un día por semana a la noche prendo la computadora y aparecen unas cajitas con nombres, donde paso alrededor de una hora y media hablando a la pantalla, no es una experiencia muy agradable (más allá de que no me quede atascado en el tránsito para llegar a Ciudad Universitaria). Para mí fue casi todo pérdida. Pero es algo muy personal, no estoy criticando la virtualidad ni diciendo que no sirve. Obviamente estoy súper ilusionado con volver, sobre todo al edificio Cero + Infinito. Espero que pronto podamos volver a la modalidad presencial de clases.

Igualmente supongo que a algunos de los alumnos les gustará más esta modalidad. Lo que sí veo es que es cada vez más dudosa la utilidad de repetir las mismas teóricas de hace años, porque creo que tiene sentido esto de mirar la clase en un video y después juntarse a ver ejemplos o a charlar casos o lo que fuera. Me encanta la tecnología y creo que hay que buscar cómo aprovecharla. Sólo que este salto tan abrupto a la virtualidad plena tiene todo ese problema. El desafío que tenemos es encontrar el mix más apropiado para aprovechar las ventajas de la presencialidad y de la virtualidad.

Recientemente fuiste designado en el DC en el cargo de Director de la Licenciatura en Ciencias de la Computación e integrante de la Comisión Curricular que tiene a su cargo la reforma del plan de estudios. ¿Cómo está avanzando el proyecto de cambiar el plan y cuáles serían los próximos pasos?

Nuestro proyecto de cambiar el plan de estudios de la Licenciatura comenzó cuando se armó una comisión con todos los claustros entre 2018 y 2019, y se hizo una propuesta de nuevo plan que se presentó en diciembre de 2019 (aunque en el 2010-2011 yo había hecho un trabajo de mirar hacia dónde estaban yendo los planes de estudio en otros lugares del mundo, hice una presentación y luego cuando ingresé a la Fundación Sadosky eso quedó pendiente). Después nos agarró la pandemia, justo en la época en que era más necesaria la participación activa de mucha gente. El proyecto entró en un freno en el 2020 y en el 2021 se retomó. Juan Pablo Galeotti, actual director del DC, propuso crear una comisión curricular, idea que me pareció muy bien, porque nuestra carrera no la tenía. Y es muy importante velar por el cumplimiento del plan de estudios y asegurar que el plan siga siendo íntegro conceptualmente.

Esa versión de reforma del plan de estudios que se presentó en diciembre de 2019 evolucionó un poco con la interacción con el Departamento de Matemática y la Licenciatura en Ciencia de Datos. Hubo que hacer nuevos cambios, que están listos y vamos a estar invitando a toda la comunidad del DC a una presentación virtual y presencial de la versión actual del nuevo plan el próximo 12 de noviembre a las 17 hs. en el Aula Magna del Pabellón 2. Esta sería la última etapa antes de que la propuesta pase al Consejo Departamental (CoDep). La siguiente etapa sería que el CoDep decida qué es lo que quiere hacer para aprobar el proyecto, si lo discuten entre ellos o invitan a más gente. Una vez que lo aprueba el CoDep se eleva para que lo apruebe el Consejo Directivo de la Facultad y, una vez que lo aprueba el Consejo Directivo lo tiene que aprobar el Consejo Superior de la Universidad. El futuro del plan dependerá de la participación que surja de estos avances y los posibles cambios que se propongan. En un escenario optimista el plan se podría aprobar durante 2022 y se podría empezar a implementar en 2023 (exactamente 30 años después del Plan 1993). La verdad que no imagino demasiadas dificultades para que avance el proyecto y el desafío será diseñar las nuevas materias, más allá de que ahora proponemos que la carrera dure 5 años (en lugar de 5 años y medio), pero ya veremos cómo se discute.

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