El 19 de octubre de 1963 el Consejo Superior de la UBA aprobó la creación de la carrera de Computador Científico, la primera de Argentina y la región. Si bien la idea inicial de Sadosky y sus colaboradores sobre las computadoras era que funcionaban como herramientas que apoyaban a los científicos -por lo que había que formar auxiliares de científicos que resolvieran problemas de cálculo numérico- en los siguientes años el enfoque fue orientándose a ver a las Ciencias de la Computación como un área en sí misma. A 58 años de su creación, repasamos algunos hitos de esta carrera pionera.
La creación de la carrera de Computador Científico en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la Universidad de Buenos Aires significó un acontecimiento histórico que, fundamentalmente, consolidó el desarrollo de la informática académica en el país y tuvo una enorme influencia en el crecimiento de la disciplina a nivel universitario. Este hecho, junto a la adquisición de la computadora Mercury de Ferranti (conocida comúnmente como “Clementina”) y la creación y fortalecimiento del Instituto de Cálculo de la UBA, fueron los ejes en que se asentaron los avances de la Computación en la FCEN (ver conmemoración por el 50 Aniversario de Computador Científico).
Para comprender este proceso histórico es necesario reseñar el incansable trabajo de Manuel Sadosky (1914-2005) así como de toda la generación pionera de la época, que fueron claves para el desarrollo de la Computación en el país. Desde la perspectiva de Pablo Jacovkis – destacado historiador de la Computación argentina, ex Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y actual Secretario de Investigación y Desarrollo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero- dicha generación tuvo una enorme importancia. “Fueron referentes que trabajaron como pioneros en docencia e investigación en actividades relacionadas con la computación, o bien fueron de los primeros que usaron profesionalmente las herramientas computacionales de las que se dispuso a partir de la primera computadora científica, o apoyaron en sus empresas su uso (y luego transmitieron su entusiasmo a otros profesionales en la actividad pública o privada), o bien tuvieron actividad relevante en la función pública, en la cual su experiencia pionera en computación les fue extremadamente útil para su visión moderna de la gestión”, detalló.
Entre los documentos que dan cuenta del nacimiento de la primera carrera, se encuentra una nota firmada por el entonces jefe adjunto del Departamento de Matemática, José Babini, con fecha 19 de septiembre de 1962, en la que se indica que el claustro “ha considerado un proyecto presentado por los profesores Manuel Sadosky y Pedro Zadunaisky acerca de la posibilidad de la creación de la carrera de computador científico fundándose en la creciente incidencia del uso de la computadora electrónica en las actividades científicas y técnicas, y en la consiguiente exigencia en formar a los expertos necesarios para satisfacer la demanda en esta materia”. Así, en poco menos de un año, la iniciativa logró plasmarse tras los trámites de rigor que culminaron con la resolución 727 de 1963 del Consejo Superior de la UBA.
Esa nota de creación indicaba con precisión las materias que incluiría la nueva carrera. Entre ellas estaban como obligatorias: Análisis Matemático I, Álgebra, Geometría I, Análisis Matemático II, Probabilidad y Estadísticas, Análisis Matemático III (comunes con la Licenciatura en Matemáticas o Física), Programación, Cálculo Numérico I, Cálculo Numérico II, Investigación Operativa, Seminario de Computación. Por otro lado, aparecían como obligatorias las siguientes materias, entre otras: Estadística, Física, Economía, y Complementos de Programación.
La idea de Sadosky y sus colaboradores era que la computadora significaba una herramienta muy relevante para el apoyo al trabajo de los científicos y, por consiguiente, había que tratar de formar auxiliares de científicos o personas que pudieran resolver problemas de cálculo numérico en general, una filosofía que puede percibirse claramente al mirar el plan de estudios.
Si bien la carrera era de tres años y medio de duración, en 1964 se pudieron recibir los primeros computadores científicos, ya que en ese entonces cursaban estudiantes que ya tenían materias de Física o de Matemática aprobadas, por lo que sólo tuvieron que hacer algunas materias faltantes, puramente de Computación, para obtener esta especialidad concebida en su momento como “auxiliar del científico”.
Tal como señaló la primera egresada de la carrera, Victoria Bajar (1942-2016), en una entrevista exclusiva con el DC, la creación de la carrera significó un punto de inflexión en el devenir académico de la universidad. “En ese entonces la Computación estaba rodeada de un halo de confusiones: desde la idea de ‘cerebros electrónicos’ hasta la teoría del desplazamiento del hombre por la máquina. Aunque no estaba claro ni siquiera para nosotros qué era la disciplina, no cabía duda de que era un dominio de conocimiento autónomo y ameritaba la existencia de una carrera específica. La evidencia para algunos, era rechazo para muchos otros. Pero trabajando y elaborando ideas se logró avanzar en el marco de la disciplina”, subraya Bajar. Y comenta que particularmente ella había dictado la materia Programación con Julián Aráoz para la nueva carrera, siendo aún estudiante. “Haber logrado la aprobación de la carrera en 1963 fue algo de vanguardia. Porque al institucionalizar la carrera, se reconoció la autonomía de la disciplina y se dio lugar a la muy necesaria formación de recursos humanos en ella, con nivel universitario”.
A lo largo de los siguientes años el enfoque fue girando lentamente hacia áreas más centradas en Ciencias de la Computación. Para poner en contexto, cabe mencionar que recién en 1968 la Association for Computing Machinery (ACM) formuló su primer plan de estudios de “bachelor” para computación y la carrera se fue adaptando a esos criterios, lo cual demuestra que Argentina estaba avanzada en ell ámbito internacional de la disciplina.
Un aspecto relevante derivado de la creación de la carrera es su impacto en otros países de América Latina, a raíz del golpe de estado de Onganía y la intervención a las universidades nacionales en julio de 1966, que en Exactas se efectivizó con gran violencia policial en lo que se conoce como La Noche de los Bastones Largos. “Un nutrido grupo de profesores investigadores renunciantes de la FCEN se incorporó al Departamento de Cálculo Numérico, posteriormente de Computación, de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Entre ellos Cristina Zoltan, Víctor Pereyra, Gustavo Galimberti y Víctor Yohai”, precisa Raúl Carnota, integrante del programa de historia de Exactas-UBA e investigador en historia de la informática. El matemático y ex profesor de la facultad aclara que el Departamento de Computación de la UCV había sido creado en 1961 pero no tenía ninguna carrera y becaba estudiantes para formarse en el exterior. «Los recién incorporados aportaron su experiencia en la docencia de la carrera de Computador Científico. Con este refuerzo, la Facultad de Ciencias de la UCV comenzó a ofrecer en 1967 un título de grado con orientación científica denominado ‘Licenciatura en Computación’ «, complementa Carnota. Esa currícula había sido elaborada en parte durante 1966 por parte de algunos jóvenes que estudiaban y trabajaban en el Instituto de Cálculo de la UBA, los cuales pretendían darle un perfil autónomo al campo de la Computación, en contraposición con el perfil de la carrera de Computador Científico. “Lo notable es que esta currícula de la nueva carrera en la UCV era muy similar al curriculum 1968 de la ACM”, comenta el investigador.
El otro caso resonante es el de Uruguay, ya que, luego de renunciar en la UBA, Manuel Sadosky fue nombrado Asesor de la Universidad de la República (UDELAR). “En noviembre de 1966 se creó el Centro de Computación de la Universidad de la República Uruguay (CCUR) y Sadosky fue nombrado director del mismo. Meses más tarde, en julio de 1967, el Consejo Directivo Central de la Universidad (CDC) creó la Carrera de ‘Computador Universitario’ en dicho país”, concluye Carnota.
No caben dudas de que los avatares políticos de la Argentina influyeron de manera directa en el desarrollo de los planes de estudio de Computación en la región y también en los avances de la disciplina en diferentes universidades de Sudamérica.
Por último, resulta relevante resaltar que desde la fundación del Instituto de Cálculo (IC) a fines de la década del ‘50 y la carrera de Computador Científico a principios de los ‘60, el perfil de la carrera había cambiado drásticamente. De ser una herramienta para las demás disciplinas, la Computación ya iba perfilando un campo disciplinar propio, con objetos de estudio y metodologías novedosas que incluso seguían en proceso de transformación. A lo largo de los años ’60 y ’70 hubo diversos intentos de crear una Licenciatura que finalmente no prosperaron, con el fin de otorgarle la misma jerarquía a los estudiantes de Computación que a los de las demás carreras de la Facultad, y recién en los años 80 se pudo crear el primer plan y carrera de Licenciatura en Ciencias de la Computación en Exactas-UBA, transformando la antigua carrera de Computador Científico. Pero eso ya forma parte de una historia más reciente y excede a nuestro homenaje del día de la fecha.
La carrera de Computación en la FCEN no sólo posee una gran historia, reflejada en un exitoso recorrido de 58 años de ser referente en toda la región, sino que también tiene un presente muy rico, con cada vez más personas estudiando e investigando en el área, y, todavía más importante, presenta un futuro aún más prometedor, debido al rol preponderante que adquieren las Ciencias de la Computación en todos los ámbitos de la sociedad.
Imagen del Pabellón 1 en 1962 |
Manuel Sadosky y Rebeca Guber |
Programadoras de Clementina en el Instituto de Cálculo |
Primeros graduados de la Carrera de Computador Científico |