Norma Lijtmaer (1937-2004) fue pionera del desarrollo de la computación argentina y precursora de la disciplina, participando activamente en la creación de la ESLAI. En el cierre de las 47º Jornadas Argentinas de Informática se realizó un emotivo homenaje en su memoria.
El 7 de septiembre de 2018 se desarrolló en la Universidad de Palermo el cierre de las 47º Jornadas Argentinas de Informática (JAIIO), organizadas por la Sociedad Argentina de Informática (SADIO). En esta oportunidad el evento consistió en un homenaje a Norma Lijtmaer, pionera de la computación argentina, investigadora y docente destacada en Italia y una de las impulsoras de la creación de la Escuela Superior Latinoamericana de Informática (ESLAI), un centro de excelencia nacional y regional que funcionó en Argentina desde 1986 a 1990.
Para ello se organizó una Conferencia con la presencia de: Rosita Wachenchauzer (Ex presidente de Sadio, Profesora en la UBA y en la UNTREF), Liana Lew (Consultora Independiente y pionera de la informática en Argentina), Pablo Jacovkis (Secretario de Investigación y desarrollo en UNTREF, Ex Decano de Exactas-UBA y Ex Presidente de CONICET) y Dan Hirsch (Senior Program Manager de McAfee y Doctor en Ciencias de la Computación-UBA). La moderación estuvo a cargo de Raúl Carnota.
A lo largo de la conferencia, se hizo un repaso por la extensa trayectoria de Norma Lijtmaer, no sólo desde el punto de vista profesional sino también desde sus matices más humanos, incluyendo su historia de vida, vocación e importante legado que ha dejado a las generaciones venideras. Tal es así que fue recordada a través de anécdotas y testimonios invaluables, atesorados por los participantes que compartieron con élla vivencias y momentos únicos.
“La influencia que tuvo Norma en muchos de nosotros fue enorme. En 1987 me trajo un libro de Abstracción Procedural de Liskov y Guttag, que acababa de salir cuando estaba dictando su curso en una escuela de Tandil. Nos ayudaba a pensar profundamente cómo enseñar programación y sistemas y ese libro me marcó tanto que hasta hoy lo uso desde el primer día de clases de la facultad”, comenta Rosita Wachenchauzer. En este contexto, se destaca el rol de Lijtmaer en su colaboración con Argentina para la conformación de la ESLAI, incluyendo la generosa contribución que logró desde el Departamento para la Cooperación y el Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores Italiano.
“Fue una de mis madres intelectuales, la forma en que encaraba el propósito de hacerme crecer como profesional y como persona fue muy importante”, comenta con cierta añoranza Liana Lew. Y aclara que el impulso de Lijtmaer en lo que creía tuvo el mismo tesón que Rebeca Guber, secretaria del Instituto de Cálculo de Exactas y pionera de la informática en el país. “Realmente aprendí a programar con Norma en el Seminario de la Carrera Computador Científico, aunque también venía a nuestras casas a enseñarnos a programar e incluso nos cocinaba platos italianos, como fideos con centolla”.
Lew destaca el amor de Norma por la cocina italiana así como también por la cultura, el arte y la literatura, que incluía obras de autores diversos como Pablo Neruda, Galileo Galilei, Bertolt Brecht y Arnold Hauser. “Aprendí a leer a Neruda con Norma, me enseñó a trabajar con el cerebro, que es lo más importante, y tuve la suerte de hacer muchos viajes con élla”, confiesa.
“En una de las manifestaciones que encabezaba contra los contratos petroleros de Frondizi, muy combativa con consignas contra las políticas del momento, uno de sus compañeros me contó que le dijo ‘bueno Norma, no te pongas así, algo de petróleo nos va a quedar’”, rememora Pablo Jacovkis entre risas y destaca el espíritu político de la época: reformistas contra humanistas.
“En 1969 fui a Milán con una beca por mis estudios de Matemática. A través de una amiga italiana tuve mi primer contacto con Norma, quien me preguntó cómo estaba mi tía Fanny, porque mi tía era una muy importante miembro del partido comunista argentino. Enseguida nos hicimos muy amigos. Me impactó el hecho de que tenía una vitalidad exuberante”, subraya Jacovkis. Y destaca su capacidad protectora sobre chicos jóvenes y no tan jóvenes de la comunidad académica. “Cuando tenían algún problema, Norma siempre trataba de ayudarlos, ya sean de la colectividad argentina o italiana. Incluso ha alojado en su departamento a estudiantes o colegas y les ha cocinado manjares”.
“Le tengo un enorme afecto. Tuve el honor de conocerla y acompañarla hasta los últimos días de su enfermedad. Norma representó una madre para mí y para mi familia. Y creo que está presente cotidianamente en mi vida, en sus historias y es ese tipo de persona de la que no hace falta una foto para recordarla”, relata emocionado Dan Hirsch. El vínculo de Hirsch con la homenajeada surgió a partir de sus estudios de posdoctorado en la Universidad de Pisa, bajo la dirección del reconocido investigador Ugo Montanari (con quien contrajo matrimonio Norma en 1972).
Hirsch fue de la camada de los últimos investigadores en formación de Exactas dirigidos por Montanari en Italia y se permite describir a Norma en pocas palabras: “era inteligente, temperamental, divertida, crítica, culta, cariñosa, contenedora. Recuerdo sus exquisitas comidas, que cursó una carrera de artes con mi esposa, lo cual fue toda una sorpresa para mí y que me brindó más que toda la ayuda que una persona puede dar, junto a Ugo, cuando estuve viviendo con mi familia en Italia. Fue una incansable luchadora hasta el final”, completa Hirsch.
Aún sin haber completado sus estudios de grado o posgrado (cuestión que resultaba común para la época ya que el título académico no era necesariamente un requisito), todos coinciden en que Norma además de haber sido una excelente profesional de la informática, también lo era de la cocina. Desde joven llevaba en la sangre su creatividad y habilidades culinarias, mezclando todo tipo de ingredientes (búfala, alcaparras, tomate, oliva, etc.) que incluían lo más selecto de la comida italiana. Esto seguramente la ha llevado a ser crítica culinaria de restaurantes en Italia y en otros países de Europa. Entre esas anécdotas de color y sabor, cuentan que Norma se hacía traer a su casa los mejores quesos de la región desde miles de kilómetros, ha llegado a cocinar menús de 19 pasos y cada vez que salía a comer con un grupo de colegas y amigos, especialmente argentinos, exigía a los encargados del restaurante que todo esté a la perfección. Por todos estos motivos, sus colegas italianos la han definido como una “una forza della natura” (fuerza natural), algo que a élla siempre le gustaba recordar.
El trayecto de una programadora excepcional
Norma Lijtmaer nació el 2 de agosto de 1937 (Argentina) y falleció el 5 de agosto de 2004 (Italia). Comenzó su carrera a fines de los años 50 estudiando Ingeniería Electrónica en la UBA. En la década del 60 fue programadora del Instituto Nacional de Reaseguros, luego de realizar un curso de programación en IBM, y más tarde en 1966 fue Analista de Sistemas de IBM.
Al abrirse la carrera de Computador Científico en Exactas, abandonó Ingeniería y comenzó a cursar en dicha facultad en 1964 (cuya sede estaba en la actual Manzana de las Luces) buscando una formación más acorde a la orientación profesional que en la práctica había iniciado como programadora y a una vocación autodidacta de la programación. Cabe recalcar que durante los 60 la informática iniciaba su período fundacional en Argentina. Hasta entonces solo había 4 computadoras en el país (una IBM, una Type y dos Univac). Con la puesta en funcionamiento de la célebre computadora científica Clementina (la Mercury de Ferranti) en mayo de 1961 y la creación del Instituto de Cálculo en 1962, dirigido por Manuel Sadosky, comienza a florecer la computación académica en el país. Y a partir de la creación de la Carrera de Computador Científico, inédita en Argentina y la región, surgen los primeros estudios universitarios formales de computación (hasta el momento los cursos de programación se impartían usualmente a través de empresas constructoras).
Lijtmaer había logrado una sólida experiencia en el dominio de sistemas operativos y lenguajes de programación. Durante los cursos de Sistemas de Procesamiento de Datos trabajó con la primera computadora (IBM/360), que incorporaba la innovadora idea de un sistema operativo, y estudió el lenguaje GPSS (General Purpose Simulation System), el cual le dio una base fundamental para lo que luego serían sus cursos y colaboraciones en Italia, a partir de 1966.
Según quienes tuvieron el placer de conocerla, su vida política jugó un papel preponderante en la intensa participación de las actividades de la época. Durante su paso por la Facultad de Ingeniería, fue militante de la Federación Juvenil Comunista. Junto a su compañero de Exactas, Manuel Imaz, ayudó a armar el plan de la carrera Computador Científico. El propio Imaz comenta en el artículo “Una pujante trayectoria”: “Ella era como fue toda la vida, muy activa, entusiasta, dinámica, y claramente una personalidad con protagonismo en todo lo que hacía. Según relataba, esta época de militancia le había formado el carácter y aportado una experiencia valiosísima que le sirvió a lo largo de toda su vida en las diversas actividades en las que tuvo que participar”. Era una de las 2 ó 3 estudiantes mujeres que había en Ingeniería y una de las pocas que sabía programar.
Al poco tiempo de cursar en Exactas, comenzó a procesar el Datacenter de IBM en la avenida Diagonal Norte, cerca del Obelisco, que la empresa ponía a disposición de sus clientes y en sus propias vidrieras. La computadora en cuestión era la IBM 1401, que además disponía de cintas magnéticas con las cuales podía realizarse la pesada tarea de clasificación de miles de tarjetas que previamente se habían grabado en una de las cintas. Esta imagen era premonitoria, puesto que un tiempo después, Lijtmaer empezaría a trabajar como Analista de Sistemas en IBM.
Desafortunadamente ese cargo duró poco, ya que a mediados del mismo año tuvo lugar el brutal golpe de Estado del general Onganía, con la consiguiente intervención a las universidades nacionales y la particular agresión cometida en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, el 29 de julio de 1966, conocida como “la noche de los bastones largos”. Lijtmaer fue despedida de IBM por sus antecedentes políticos, una práctica habitual de esa y otras épocas.
Inmediatamente solicitó una carta de recomendación a Sadosky y obtuvo una beca en la Universidad de Pisa, para trabajar en el CNUCE (Centro Nazionale Universitario di Calcolo Elettronico). Gracias a la indemnización de IBM pudo reunir el dinero para viajar a Italia y reservar otra cantidad para pasar los primeros meses sin contratiempos económicos.
El exilio a Italia y el reencuentro con Argentina
La carrera profesional de Norma Lijtmaer en Italia fue muy profusa, sin perder de vista sus ideales y convicciones pero sobre todo la calidad humana (que siempre remarcan sus colegas). Sus contribuciones son innumerables, aunque aquí se resumen sólo algunas de ellas:
• 1969-1968: CNUCE (Centro Nazionale Universitario di Calcolo Elettronico), Pisa. Dictado de cursos sobre Sistemas Operativos de máquinas IBM Participación en el Grupo de Lingüística Computacional dirigido por Antonio Zampolli (dedicado a analizar el lenguaje en la esquizofrenia) Participación en el Grupo de Tratamiento de Imágenes, dirigido por Antonio Graselli. Colaboración junto a Ugo Montanari y Giorgio Levi.
• 1968-1970: Laben de Milán, Grupo Montedison, Milán. Participación en el Grupo de Roberto Galimberti que diseñó la minicomputadora Laben 70 (similar a PDP 11). Proyectó y dirigió la realización de su sistema operativo.
• 1970: Regreso a Pisa. Proyecto del ENI (Ente Nazionali Idrocarburi), dirigido por Titta Gerace (padre del CEP) para construir una computadora de procesos (discontinuado). Colaboración con IEI (Instituto di Elaborazione dell’informazione), donde trabajó en sistemas operativos para sistemas distribuidos. Colaboración con Gianfranco Casaglia, de Olivetti. Cursos para la Licenciatura en Ciencias de la Información, Universidad de Pisa.
• 1979-1985: Dirección del Proyecto Campus Net (CNet), parte del primer Progetto Finalizzato in Informatica del CNR (Consiglio Nazionale delle Richerche) Desarrollo de especificaciones funcionales e implementación de prototipos sobre redes locales. Proyecto íntimamente ligado a la industria local (Olivetti).
• Desde 1985 hasta 2002 continúa en IEI y la Universidad de Pisa.
• En 2002 se realiza en el CNR la Jornada “De los Sistemas Distribuidos a Internet”, en su honor.
Lijtmaer viajó a la Argentina, junto a Ugo Montanari, el 14 de diciembre de 1983, apenas superados los festejos por la asunción del nuevo gobierno y el fin de la dictadura militar. Aprovechó el viaje para reencontrarse con la familia, amigos y personas de las cuales no sabía nada desde hacía mucho tiempo. El reencuentro con Sadosky en la navidad de 1983, y la creación de la Comisión Nacional de Informática (ocurrida en abril de 1984 por Decreto Ley 621/84 bajo la firma del presidente Alfonsín), sembraron un terreno propicio para la reconstrucción de la informática en el país. Con la restauración democrática, Sadosky había sido designado Secretario de Ciencia y Técnica y los avances de dicha Comisión, expresaban la inminente necesidad de definir los lineamientos de un Plan nacional de informática y tecnologías asociadas.
En 1985 fue creada, bajo los auspicios de la Secretaria de Ciencia y Técnica argentina, la Escuela Superior Latinoamericana de Informática, (ESLAI), que funcionaría desde 1986 hasta 1990 en una antigua casa de campo en el Parque Pereyra Iraola, a sólo 40 kms. de la Ciudad de Buenos Aires y seguiría lineamientos de admisión similares a los del Instituto Balseiro.
Según señala Lijtmaer, en un artículo que luego escribiría para SADIO, “la ESLAI garantizó una sólida formación de base y tecnológica en informática. Éramos conscientes de que un graduado, formado en un ambiente de investigación con fuertes conexiones internacionales, sería el único capaz de afrontar los aspectos innovativos propios del desarrollo profesional, de investigación y académico.”
Lijtmaer consideraba a la ESLAI como la “niña de sus desvelos” y participó del grupo fundacional de argentinos informáticos que actuaban en el exterior generando propuestas e iniciativas de formación. Entre ellos estaban Rebeca Guber, Armando Haeberer, Mauricio Milchberg, Julián Araoz y Jorge Vidart. En esta gestión se destaca el haber obtenido una significativa contribución por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores Italiano, que incluyó equipamiento de la empresa Olivetti así como becas para cursar doctorados en Italia y visitas de destacados profesores e investigadores italianos para dictar cursos en la disciplina. La donación total de la parte italiana fue de 1.800.000 dólares. Y allí en la ESLAI, Lijtmaer dictó dos cursos de Sistemas Operativos.
Fragmento de su discurso pronunciado con motivo de su jubilación en 2002, luego de la Jornada en el CNR, Italia, “De los Sistemas Distribuidos a Internet: jornada de encuentro y discusión en honor a Norma Lijtmaer”:
“Tantas despedidas, tantos adioses han venido antes en mi vida, algunos fisiológicos y algunos traumáticos. Como decía Pablo Neruda: ‘confieso que he vivido’. Aprendí que la verdadera felicidad no es la de vivir en la cima de la montaña sino más bien reside en el método a utilizar para ascender en compañía y luchar juntos en pos del objetivo. Aprendí a dar valor a las cosas, no por lo que valen sino más bien por lo que significan. Si pudiera retroceder en el tiempo no dejaría pasar un solo día sin dejar de decir a la gente que estimo y admiro, que la estimo y la admiro. En estos 35 años vividos en Italia me comprometí apasionadamente con la patria de Galileo, con su desarrollo científico y tecnológico, con su paisaje, con su arte, con su política, con su cultura, con su cocina. Encontré a Ugo (Montanari), mi marido, una persona extraordinaria. Tuve el privilegio de iniciar mi trabajo en un campo nuevo como la informática y pude disfrutar del ambiente científico pionero de los primeros años, aprendiendo de los líderes y de los colegas que tuve la fortuna de encontrar en mi recorrido y con los cuales viví alegrías, propuse innovaciones y soporté reveses. Tuve el privilegio de participar en la aventura industrial del Laben 70, que me proporcionó una experiencia que considero única en aquella época. Inicié con algunos de ustedes el proyecto virtual de una computadora de control de procesos en el marco del IEI-CNR, viví un período excepcional de investigación en el marco del ‘Progetto Finalizzato in Informatica’. CNet fue para mí y no sólo para mí una posibilidad única para verificar nuevas ideas en las arquitecturas de los sistemas distribuidos entre redes locales, en el momento justo del panorama de la investigación y del desarrollo nacional e internacional como han dado testimonio los oradores que me precedieron. Busqué establecer relaciones sólidas de cooperación internacional, como por ejemplo ESLAI, que fue la ‘ñiña de mis desvelos’. ESLAI surgió con una finalidad clara y un compromiso mío muy sentido, en el contexto del retorno de la democracia en Argentina. Las fechorías del gobierno de Menem no podrán borrar la alegría de tanta gente joven que, si bien dispersa por el mundo, contribuye activamente al desarrollo de la investigación informática internacional. Por último agradezco el ambiente de investigación que me permitió frecuentar a tantas personas de la comunidad internacional que me ayudaron a crecer y enriquecieron profundamente mi existencia. Tanto desde el punto de vista profesional como humano (…) Mil gracias a todos ustedes por esta jornada que no olvidaré jamás”.
Más información sobre Norma Lijtmaer:
Newsletter de Sadio, nro 8, artículo “El entusiasmo de la construcción de una esperanza”
Imágenes de Norma Lijtmaer junto a Ugo Montanari, Zohar Manna y Noemí García. Fotos gentileza de Montanari y García.